Cada vez que sueño
tomo buses sin destino,
sin importar la ruta, el número o el camino
Ando buscando sentir algo
cualquier emoción o castigo
y en esos buses descubro
que me encanta besar desconocidos,
intercambiar abrazos, números y mensajes de texto
Pero sin importar lo que pase
siempre termino viendo
a los demás bajarse
A veces en pareja
a veces llorando
a veces mirándome de reojo,
los veo marchar mientras
me escriben un texto de «te extraño»
A veces no me escriben más
no se molestan en mirar atras
Así hasta llegar al final de la terminal
donde soy el último en bajar.
Despierto con sueño
y a veces sueño despierto
esperando bajarme de un bus
tomandote de la mano
pero es en vano, pues lo mío es un amorío de paraderos
de terminales sin testigos
ascensores vacíos
taxis a la medianoche y un trago de vino
Me siento como el perro de Pavlov
condicionado a besar desconocidos
cada vez que el bus llega a su paradero
cada vez que terminan con su novio
cada vez que se van sin decir te quiero
cada vez que me ponen en un podio
cada vez que me insultan y me tratan feo
cada vez que se disculpan por causarme oprobio
Porque solo así es que puedo tener
otro poema triste para dedicar
otra historia más que contar
al fantasma en mis labios
con el que llegó a mi casa
con quién sueño e intento olvidar cada mañana
Todas las noches espero en el paradero
todas las noches temo
que suene la campana
que el bus se detenga
y yo tenga que darte un beso
mientras se cierran las puertas
mientras te vea marchar
Y mientras llegamos a la siguiente parada
donde se subirá alguien más